José Ramón Huidobro

Existen ciertamente conversaciones que pueden quedar resumidas en frases decidoras. Una de aquellas frases que he guardado como emblema de batalla es aquella que asomó un día en una charla de las muchas que hemos tenido con Huidobro: " ..no es que sea un solitario, me obligan a serlo..."

Con una poesía demasiado intelectual tanto para el gusto de la masa como para el de editores y camaradas. José Ramón "errabundea" por la vida buscando no sólo respuestas a su búsqueda interna, también lo hace buscando indicios de esta sociedad y, en especial, de este monstruo llamado ciudad que alberga en sus fauces hieles que doblegan a los habitantes y a la vida misma.

He contado junto a él, desde una distancia que no es más que una palabra, uno tras otro portazo a su trabajo, admito que el eco de estos golpes cansan y mellan mi propio espíritu, pero estoy cierta que habrá un momento en que Huidobro se asentará en el sitial que le corresponde y que su trabajo poético tanto en letras como en fotografía será reconocido como es debido.

Agradezco infinitamente a "mi poeta maldito" este aporte que hace a la bitácora y quedo en deuda de agradecimiento en lo referente a su amistad, bastión en días difíciles y luz que ilumina eso que llamamos "intelecto".

José Ramón Huidobro, he tenido en este momento la exclusividad de tu trabajo... GRACIAS infinitas.

Nat

miércoles, 9 de mayo de 2007

Desnucándose en El Raval.



Detrás de la ventana sólo queda el misterio del ojo desorbitado. Asomadas a ellas los que se hicieron con un trozo de país que no era el suyo o los que quizá sintieron que lo perdieron: el último reducto de la presión económica y del abandono municipal. Las fronteras se abren como los párpados a la calle que ama a putas y a desdichados. En una calle puedes dar la vuelta al mundo o esperar el desplome definitivo de los balcones sobre las cabezas que sólo miran al suelo. O ser ciego, también.